Ni el servicial CIS aplaude la labor
del Ejecutivo de Rajoy. La sociedad española reprueba a todos los ministros y al capitán que los dirige. Arias
Cañete, con una pobre valoración de 3.25 sobre 10, es quien causa menor rechazo.
Mientras, el presidente obtiene una nota de 2.45, la peor entre los principales
líderes políticos de España. Siete de cada diez ciudadanos califican la gestión
gubernamental como mala o muy mala. Y apenas lleva año y medio en La Moncloa.
Pese al malestar social, el PP sigue encantado de conocerse.
Ahora que el Gobierno de
Mariano Rajoy ha dado luz verde a una sustancial modificación de los criterios
para la concesión de las becas, con notas mínimas más altas, debería pararse un
momento a pensar por qué la mayoría de los ciudadanos suspendemos al presidente
y sus ministros, tal y como constata el último barómetro del CIS. Porque ningún
miembro del Ejecutivo aprueba, ni se acerca, el curso cuando ni se ha cubierto
la mitad de la legislatura. El Gobierno de Rajoy está repleto de malos ‘estudiantes’.
Los profesores, los ciudadanos, les suspendemos sin ambages.
Y la encuesta es
aún generosa con los méritos del Gobierno del PP. Será que me muevo por sectores
sociales humildes plagados de ‘peligrosos rojos’, pero en la calle no oigo más
que críticas a Rajoy y sus chicos. Solo escucho palabras de aliento hacia el
Gobierno a ciudadanos agradecidos con una situación económica muy solvente o personas con
un sentimiento españolista exacerbado o con una percepción de la vida muy conservadora,
los caladeros inquebrantables de la derecha en este país.
Hay, no obstante, muchos
votantes del PP decepcionados, con sensación de haber sido timados en las
elecciones generales de octubre de 2011. Rajoy presentó un papel mojado llamado
programa electoral que lanzó sin rubor a la basura nada más instalarse en La
Moncloa. Una indecencia política, una enorme falta de respeto hacia sus propios
votantes que el presidente del Gobierno omite por su fuerza parlamentaria. Su
incontestable mayoría absoluta le sirve para hacer lo que viene en gana incluso por
encima del cabreo de muchos de sus votantes.
Vistas así las cosas, el CIS
hasta se queda corto. Que un partido que alcanzó una clara mayoría absoluta
hace menos de dos años tenga a todo su Gobierno con una valoración tan negativa
del conjunto de la sociedad, es para mirárselo. ¿Creen ustedes que lo harán? No, el
periodo de ‘autocrítica’ llegará cuando toquen las próximas elecciones, lo más
tarde posible, por supuesto, aunque la corrupción inunde la cúpula nacional del
PP y la crisis solo esté remontando el vuelo de manera tenue en los datos
macroeconómicos.
¿Sabían, por ejemplo, que tras la Guerra Civil nunca se habían
dado tan pocos créditos a empresas y familias en España? Ya me explicarán ustedes cómo va a
reactivarse la economía si no fluye el crédito. ¡Qué fallo el mío! Que nos
vienen muchos turistas (como si fuera algo novedoso por mucho que haya
aumentado su presencia en las costas españolas) y que las exportaciones funcionan
bien. Si el Gobierno se piensa que con el turismo y las exportaciones la crisis
se esfumará, nos espera un negro porvenir que ni se acerca al descrito por el FMI con
tasas de paro por encima del 25% hasta 2018.
Rajoy y sus ministros
entienden el resultado de las urnas, siempre que les beneficie (claro), como una misión celestial de cuatro años
inquebrantable a cualquier protesta y malestar político y ciudadano. Cuando
lleguen las próximas elecciones, el PP confía en que sus cachorros votantes no
se marchen del redil y cumplan con su sagrado deber de apoyar ‘a los suyos’
hagan lo que hagan después. Pero, ¿existen motivos para pensar en esa confianza
tan desmedida a un proyecto político erosionado pese a su brutal poder parlamentario?
El presidente del Gobierno
solo es fuerte en el Congreso. En la calle, su figura se ha diluido casi por
completo al son de la evolución de la crisis y de la contabilidad B del PP
elaborada por Álvaro Lapuerta y el ahora catalogado como delincuente Luis
Bárcenas. El CIS, que nunca se ha caracterizado precisamente por atacar al
Gobierno de turno, revela un dato que cuestiona, y mucho, los planes de Rajoy
para agotar la legislatura: dirige un Gobierno que no merece confianza,
empezando por él mismo.
El barómetro de julio,
efectuado antes de la fútil comparecencia en el Senado para ‘explicar’ su relación
con Bárcenas, refleja un espectacular varapalo para el presidente del Ejecutivo. Su
valoración es la más baja, 2.45 sobre 10, de entre los principales líderes
políticos de España. Un suspenso en toda regla para alguien que está encantado
de haberse conocido y que no escucha las quejas de los ciudadanos, incluidos muchos
de sus votantes en las elecciones generales que le auparon al poder.
Y no es un dato aislado.
Todos los ministros de Rajoy merecen una abrumadora valoración negativa por
parte de los ciudadanos, según apunta el CIS. Solo superan un pobre tres Miguel Arias
Cañete (3.25), Soraya Sáenz de Santamaría (3.12) y José Manuel García Margallo
(3.04). Hay ministros con una imagen social absolutamente carbonizada como el
titular de Educación: José Ignacio Wert (1.58). Curioso que el mismo ministro que
exige a los universitarios notas mínimas más altas para disfrutar de una beca no
dimita cuando su valoración ciudadana como cargo público es tan deficiente. Ya
sabemos, el doble baremo, lo que vale para un ciudadano normal, no sirve para
un político.
Con una imagen tan quemada
del Gabinete de Gobierno de Rajoy, es lógica la percepción mayoritaria de la sociedad
española sobre su gestión. El 38.8% de los españoles la consideran como muy
mala. Otro 30.1% como mala. Prácticamente, siete de cada diez españoles
suspenden la labor del Gobierno de Mariano Rajoy. Y con poco más de año y medio en La
Moncloa. Hay que ser muy soberbio para seguir pensando que todos estamos
equivocados menos él, sus chicos y sus interesados aduladores mediáticos.
La política es la única
actividad donde avanzas de curso pese a tener un incontestable suspenso. Pero
las notas, pese a lo que piensan muchos dirigentes en España, son bastante más
que los votos en unas elecciones. Imitando el estilo del escritor de los
discursos de Rajoy: ‘Tenemos un Gobierno suspendido (fin de la cita)’.
BARÓMETRO DEL CIS DE JULIO.
BARÓMETRO DEL CIS DE JULIO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario